El Plan Pidal de Educación de 1845 para España invita a obviar el raciocinio matemático en edades tempranas, a diferencia de lo que ocurre en países extranjeros, primando aquí la memoria y los contenidos morales.
Llamativo, teniendo en cuenta el retraso económico e industrial español, también reconocido en esa norma.
El desarrollo matemático que se viene dando en los siglos precedentes como instrumento de precisión y optimización en las ciencias naturales contribuye a las Revoluciones Industriales que configuran la economía, digamos moderna, con los "inventos" de uso masivo conocidos por todos, y fórmulas de rentabilización económica.
Descartes, Leibniz, Euler, Agnesi, Pascal, Huygens, Newton....junto al empirismo de Locke y Bacon sientan las bases de la experiencia, medida y cálculo.
Seguro influyeron las reflexiones de Jovellanos en aquel intento de mediados del siglo XIX en España de planificar la educación, pero siguieron remisos sus autores a algunos planteamientos del ilustrado asturiano y católico: programar la enseñanza con fines prácticos, útiles y profesionales para el progreso de la nación, utilizando eficazmente sus recursos, y para ello señala la importancia de las matemáticas.
No inventaba nada Jovellanos (aunque tuvo el valor de plantearlo, no acabando muy bien): en los territorios alemanes de la época venían siendo realidad desde inicios del siglo XVIII los planes educativos profesionales, racionalistas, dando un importante impulso a las escuelas Técnico-Matemáticas, que incluían también contenidos humanísticos y morales.